Si un coroto puede ser cualquier cosa, también puede ser santo para mí. Blog de Alejandra Villegas Adrián.
Mesa llena de corotos
De acuerdo con la RAE, un coroto es un “objeto cualquiera que no se quiere mencionar o cuyo nombre se desconoce” (algo así como el bicho o el perol). Es un comodín lingüístico en Venezuela y del que se desprenden varias expresiones coloquiales como ¡adiós, corotos! (sorpresa) o ¡recoge tus corotos! (arregla tus pertenencias).
La cultura popular cuenta con varias hipótesis sobre el origen del término, por lo que cito un texto del escritor y profesor venezolano Alexis Márquez Rodríguez (1931-2015) donde aclara que las dos historias más difundidas socialmente sobre el vocablo no son más que cuentos:
“Sobre el origen de coroto, en el texto recibido se repite la hipótesis de que el general Antonio Guzmán Blanco, tres veces presidente de la República, había adquirido algunos cuadros del famoso pintor francés Camille Corot, y siempre alertaba a la servidumbre cuando hacían la limpieza de su casa: ¡Cuidado con los Corot! De ahí que se hablase, no sin un dejo de burla, de los corotos del general. Otra versión atribuye la propiedad de las pinturas al también presidente, general José Tadeo Monagas. Se dice que este tenía en su residencia dos cuadros de Corot, y al ser derribado su gobierno su casa fue saqueada, y las pinturas arrastradas por las calles, ante lo cual alguien exclamó: ¡Adiós, corotos!
El profesor Ángel Rosenblat ha demostrado que estas hipótesis, que por su belleza merecerían ser ciertas, no lo son. Coroto, alega, era ya [de uso] general antes de la época de Guzmán Blanco, antes de la caída de Monagas y seguramente antes de la existencia misma de Corot (Buenas y malas palabras. Biblioteca Ángel Rosenblat. Tomo I. Monte Ávila Editores. p. 125). De modo que la palabra no puede tener su origen en esa supuesta anécdota, aunque de hecho, Guzmán Blanco sí pudo haber adquirido en París, donde tanto vivió muchos años, algún cuadro de Corot.
Según Rosenblat, nuestro coroto es de origen indígena, hipótesis muy bien fundada en diversos argumentos, que él desarolla ampliamente en el artículo que a la palabra le dedica en Buenas y malas palabras”.
Así que si un coroto puede ser cualquier cosa, también puede ser santo para mí, tan sublime o alborotador como el arte y cuanta manifestación altere los sentidos, el pensamiento o la razón.
Artículo completo de Alexis Márquez Rodríguez: http://webarticulista.net.free.fr/amr200618061310.html